viernes, 17 de febrero de 2012

Momento para el buen oficio

Los oficios, es decir los trabajos manuales o artesanales, renuevan su valor en tiempos donde los vientos de la crisis arrecian en el mundo. Es buen momento de recuperar el hacer de la tarea manual y sus valores. Les compartimos un artículo que habla sobre la importancia del oficio en estos tiempos.

En la antigüedad los romanos, a quienes debemos el origen de esta palabra latina opificium, derivada a su vez de la yuxtaposición de las palabras – también latinas- opus ‘obra’ y facere ‘hacer’, de las que después se derivó el nombre de opificis “artesano”; decían que toda persona culta, debía conocer y dominar, además de un arte, un oficio.

Personalmente no olvido las palabras de mi abuela paterna que me decía que, además de estudiar una profesión, era importante el que todos aprendieran un oficio y recordaba algunas reflexiones de Isaac Newton quien decía que “Cuando la hija astronomía no tenía que comer, la madre astrología se las ingeniaba siempre para asegurarle el sustento”, aludiendo a que en su tiempo, la ciencia no era tan bien pagada como la magia y los presagios.
Los oficios, dentro del vasto mundo de las profesiones, son trabajos-arte que permiten a una comunidad, no solo resolver de forma inmediata sus apremios o necesidades regulares, inmediatas o primarias, sino que además poseen otras virtudes:

1.- Brindan la seguridad de un empleo a todos los miembros de una comunidad, sobre todo en tiempos de inestabilidad económica en donde lo accesorio y el lujo necesariamente se convierten en bienes suntuarios.

2.- Recobran y mantienen la virtud de la austeridad como un buen hábito social en donde se usa y consume solo lo verdaderamente necesario y se saca provecho al máximo de los bienes disponibles, dotando a la comunidad de una cultura autocrítica, de ahorro, de innovación y eficiencia

 3.- Proporcionan identidad y sentido social, pues al ejercicio colectivo de una práctica determinada, le siguen un sano proceso de competitividad y mejora continua, la identificación y selección de la mejor de sus prácticas y la especialización y sentido de orgullo por lo mejor hecho.

En la Edad Media, cada ciudad, cada villa o burgo europeo adquiría el nombre de su vocación esencial o primaria y aún hoy en día, cuando uno piensa en cualquier ciudad o país del mundo, le vienen a la mente sus principales obras y productos, de tal forma que incluso llegamos a decir que quien va a un lugar determinado y no come, visita, conoce o disfruta tal cosa, es como si no hubiese estado ahí.

El mundo enfrenta un momento de crisis sin precedentes y en nuestro país, pese a los blindajes macroeconómicos, diversos Estados y ciudades se encuentran en condiciones económicas delicadas que deben enfrentarse de forma inmediata, a riesgo de que, de no hacerlo podrían colapsar totalmente. En medio de este fenómeno, uno podría especular diversas salidas pero la natural, la históricamente probada y aquella que deberíamos estar ya recobrando son nuestros oficios.

 “El horno no está para bollos”, es momento de volver a la mesura y la sensatez del remiendo, del buen uso, de la prudencia, del ahorro, del trabajo meticuloso cuidado, supervisado a vista directa y garantizado por la mano especializada y diestra, aquel que recobrará nuestra atención y servicio personal. Es momento del buen oficio, así que: “zapatero a tus zapatos”.

Fuente: Milenium 

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