domingo, 24 de junio de 2012

Cuentos para seguir aprendiendo

Los chicos del espacio Nuestro Lugar, junto a los coordinadores Maca Sarmiento y el Chino Ruiz, comparten los cuentos que trabajaron juntos el viernes. "Ojala aporten a la reflexión personal y comunitaria como lo pudieron hacer los chicos", dicen los coordinadores. 

Algunas de las invitaciones que salieron son:
- No juzgar a las personas antes de conocerlas
- En un conflicto o problema escuchar siempre las diferentes versiones que existen
- No hacer de los defectos de los demás motivo de burla
- Cada uno habla desde la parte de realidad que conoce
- Cuando no sabemos de algo tenemos que animarnos a pedir ayuda

EL LOBO DIFAMADO
Había una vez un lobo que vivía muy tranquilo en el bosque, en donde todos los animales eran felices y lo respetaban y querían, luego de haber sido elegido por unanimidad como el sucesor del león que había fallecido de muerte natural.

Estaba muy tranquilo durmiendo la siesta en su casita, cuando de pronto escuchó algunas pisadas por entre las hojas del jardín y un canto algo ensordecedor que hizo volar a los pájaros de los árboles.

Se levantó para ver quién estaba usurpando su territorio con la intención de explicarle que era propiedad privada y que además con sus gritos estaba molestando a los animales que habían tenido una mañana de trabajo muy ardua. Miró por la ventana y solo alcanzó a distinguir una silueta que saltaba, cantaba, mientras pisaba algunas flores y arrancaba otras de los arbustos y canteros que tanto le gustaban al lobo. Cuidarlos era parte de su terapia del fin de semana junto con el yoga.

Decidió entonces salir al jardín para hablar con este personaje y al asomarse a la puerta vio a un ser humano con la cara tapada por un gorro, lo cual le hizo sospechar. “¿Porqué llevará esa capucha, qué necesidad de ocultarse tendrá?”.

No obstante dado que era muy valiente y su misión era velar por el resto de los animales, se acercó educadamente y le preguntó qué estaba haciendo en su casa.

Era una niña muy aguda y despierta, quien le respondió que su mamá estaba enferma, que estaba buscando flores para su abuela por encargo y que además debía alcanzarle una canasta con comida.
El lobo entonces recordó quién era la niña, una pequeña bastante conocida por su falta de límites en la casa, según le habían contado, complicada en el colegio y desobediente. Le hizo otra pregunta: “¿Porqué has elegido este camino que es más largo para ir a lo de tu abuela?”. “Porque es más lindo y tiene más flores para arrancar y llevarle de regalo, pero no le digas a nadie, mi mamá no me deja venir por acá” le respondió. Y dado que el bosque era peligroso, decidió acompañarla.

El lobo se adelantó un poquito y logró hablar con la abuela. “Miré”, le dijo la abuela, “Yo no puedo más con esa chica, haga lo que a usted le parezca, me voy a tomar el té con mis amigas, hoy es tarde de bridge, se la dejo, póngala en vereda”. El lobo entones se puso la ropa de la abuela pensando que el mensaje iba a ser mejor recibido si se hacía pasar por ella y se acostó en la cama.
Cuando la niña llegó, primero le pregunto por su gran nariz, que bastante acomplejaba al lobo. “Es para olerte mejor” le respondió. Luego por sus orejas pantalla, por sus ojos saltones, pero cuando llegó a decirle que tenía los dientes grandes y teniendo en cuenta que había llevado durante tres años aparatos fijos para mejorarlos, (que además le había costado un pastón) se cansó y respondiendo a su naturaleza de animal, le dijo “Para comerte mejor”.

Con tanta mala suerte que la nena se puso a gritar como marrano justo cuando uno de los guardabosques pasaba cerca de la casa. Entones este entró, arrestó al lobo y lo llevó detenido a la Comisaría.

El lobo, que era muy respetuoso de la ley y a pesar de la injusticia cometida, cumplió con su condena. Cuando salió de la cárcel se encontró con que esa criaturita había escrito un libro, en donde relataba la historia desde su óptica y encima ese libro ¡se había convertido en Best-seller!. O sea su nombre estaba en boca de todo el mundo y tuvo que esconderse en su casa para siempre porque ya nadie lo quería.


LOS TRES SABIOS
Había una vez tres sabios. Y eran muy sabios. Aunque los tres eran ciegos. Como no podían ver, se habían acostumbrado a conocer las cosas con solo tocarlas. Usaban de sus manos para darse cuenta del tamaño, de la calidad y de la calidez de cuanto se ponía a su alcance. Sucedió que un circo llegó al pueblo donde vivían los tres sabios que eran ciegos. Entre las cosas maravillosas que llegaron con el circo, venía un gran elefante blanco. Y era tan extraordinario este animal que toda la gente no hacía más que hablar de él.

Los tres sabios que eran ciegos quisieron también ellos conocer al elefante. Se hicieron conducir hasta el lugar donde estaba y pidieron permiso para poder tocarlo. Como el animal era muy manso, no hubo ningún inconveniente para que lo hicieran.
El primero de los tres estiró sus manos y tocó a la bestia en la cabeza. Sintió bajo sus dedos las enormes orejas y luego los dos tremendos colmillos de marfil que sobresalían de la pequeña boca. Quedó tan admirado de lo que había conocido que inmediatamente fue a contarles a los otros dos lo que había aprendido. Les dijo:

- El elefante es como un tronco, cubierto a ambos lados por dos frazadas, y del cual salen dos grandes lanzas frías y duras.
Pero resulta que cuando le tocó el turno al segundo sabio, sus manos tocaron al animal en la panza. Trataron de rodear su cuerpo, pero éste era tan alto que no alcanzaba a abarcarlo con los dos brazos abiertos. Luego de mucho palpar, decidió también él contar lo que había aprendido. Les dijo:

- El elefante se parece a un tambor colocado sobre cuatro gruesas patas, y está forrado de cuero con pelo para afuera.
Entonces fue el tercer sabio, y agarró el animal justo por la cola. se colgó de ella y comenzó a hamacarse como hacen los chicos con una soga. Como esto le gustaba a la bestia, estuvo largo rato divirtiéndose en medio de la risa de todos. Cuando dejó el juego, comentaba lo que sabía. También él dijo:

- Yo se muy bien lo que es un elefante. Es una cuerda fuerte y gruesa, que tiene un pincel en la punta. Sirve para hamacarse.

Resulta que cuando volvieron a casa y comenzaron a charlar entre ellos lo que habían descubierto sobre el elefante no se podían poner de acuerdo. Cada uno estaba plenamente seguro de lo que conocía. Y además tenía la certeza de que sólo había un elefante y de que los tres estaban hablando de lo mismo, pero lo que decían parecía imposible de concordar. Tanto charlaron y discutieron que casi se pelearon.

Pero al fin de cuentas, como eran los tres muy sabios, decidieron hacerse ayudar, y fueron a preguntar a otro sabio que había tenido la oportunidad de ver al elefante con sus propios ojos.
Y entonces descubrieron que cada uno de ellos tenía razón. Una parte de la razón. Pero que conocían del elefante solamente la parte que habían tocado. Y le creyeron al que lo había visto y les hablaba del elefante entero.

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