domingo, 28 de octubre de 2012

El encadenamiento educación y empleo: entre eslabón perdido y reproducción de las desigualdades

"La educación tiende a reproducir las desigualdades socioeconómicas entre los hogares de origen, lo que a su vez reproduce y hasta amplifica las brechas de las y los jóvenes en el acceso al mercado laboral", señala Martín Hopenhayn, director de la División de Desarrollo Social de la CEPAL. En el artículo que compartimos, publicado en RedEtis, fundamenta con datos la relación entre educación y empleo.

Las dificultades que enfrenta la juventud latinoamericana para transitar desde la educación al empleo (y desde la dependencia hacia la autonomía económica) son conocidas.  Por cierto, hay fuertes brechas al interior de la propia población joven según origen socioeconómico, espacial y étnico-racial en cuanto a sus logros educacionales (años de escolaridad, conclusión de ciclos formales) y a sus aprendizajes efectivos en la escuela.  Estas brechas determinan en fuerte grado sus trayectorias ocupacionales posteriores, lo que estructura o reproduce fuertes desigualdades a lo largo del ciclo de vida y de una generación a la siguiente.

La educación constituye el principal mecanismo para acumular capital humano y tener buenas oportunidades de acceso al empleo en las trayectorias de vida.  A la vez es el expediente para contar con tasas de retorno a lo largo de la carrera laboral, que impliquen ingresos y consiguiente acceso a bienestar.  Y cada vez más, capital cultural y capital humano son los activos para participar de los códigos culturales que hacen de fuelle entre tradición y cambio, ejercer ciudadanía activa y comunicarse en la sociedad de la información.  Poca o mala educación es, por tanto, aguafiestas de la inclusión social.

En términos gruesos, el nivel decisivo para considerar la actual relación entre logro educativo y movilidad sociolaboral en América Latina, es el del ciclo secundario y su conclusión.  Allí está, además, el mayor problema, porque las brechas se hacen mucho más fuertes en este nivel.  Los datos son elocuentes y revelan la enorme brecha en logros educativos.  

A excepción de la variable de género, en que hoy las mujeres ya tienen, en promedio, más logros educativos que los hombres jóvenes, el resto habla por si solo: en el primer quintil el porcentaje de jóvenes de 20 a 24 años que concluye educación secundaria en América Latina es poco más de una cuarta parte en relación al porcentaje que lo hace en el quinto quintil1 ; y en zonas rurales, mientras el porcentaje de conclusión de este nivel entre no indígenas ronda la mitad del promedio a nivel total, en el caso de los indígenas rurales en este tramo etario el porcentaje es aún más bajo (ver gráfico 1).  

En términos de la conclusión de la educación universitaria, si bien son niveles bajos en todos los grupos (salvo hijos de padres con universitaria completa y en menor medida, en hogares del quinto quintil), las brechas son proporcionalmente aún mayores.  Con estos contrastes, es difícil pensar que la educación hace de palanca de movilidad social, de igualación de oportunidades y de compensación a las desigualdades de origen.  La reproducción intergeneracional de las brechas es lo primero que se tiende a pensar ante estas evidencias.

Porcentaje de conclusión del nivel secundario superior entre jóvenes de 20 a 24 años según condición de nivel de ingreso per cápita y según sexo. América Latina (18 países), alrededor de 2008

La conclusión de secundaria es un umbral decisivo para las perspectivas de movilidad sociolaboral a lo largo de la vida activa.  De una parte, y mediando que los aprendizajes sean acordes con el nivel, supone un umbral de adquisición de competencias generales y desarrollo de capacidades que prepara para la vida productiva.  De otra parte, implica una credencial fuerte que el mercado de trabajo premia de manera significativa, marcando una diferencia significativa el tener o no tener dicha credencial. Y si bien en una década y media (entre 1990 y 2006) el porcentaje de jóvenes que culminaron la enseñanza secundaria completa pasó de 27% a 51% en América Latina, estamos muy lejos de consagrar por vía educativa una dinámica universal de movilidad ascendente.  


Autor: Martín Hopenhayn es Master en Filosofía por la Universidad de París.  Posee una vasta trayectoria en docencia en América Latina y publicaciones en temas tales como cambios de paradigmas del desarrollo, impactos socioculturales de la globalización, políticas educacionales, situación de la juventud y cohesión social. Actualmente es director de la División de Desarrollo Social de la CEPAL.

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