Puntas de
lanza hacia un nuevo mundo, héroes del esfuerzo, personajes casi
revolucionarios. Así se puede describir a los jóvenes que nacidos en contextos
vulnerables consiguieron abrazar la utopía del conocimiento al ser los primeros
universitarios de su familia e hicieron florecer a todo su entorno.
Tuvieron que
quebrar todos los estigmas de la inmovilidad de clases y del "no
poder", exprimieron cada oportunidad educativa al máximo, se fueron
abriendo camino en la selva de la vida y se adueñaron de su destino.
Al hacerlo,
encarnaron el crisol de impactos sociales que tiene el saber en cualquier
persona, y también en sus hogares. Contra todos los pronósticos, se ganaron las
herramientas necesarias para defenderse de los ataques de la arena cotidiana y
se convirtieron en personas más preparadas para tomar las riendas de su vida.
La educación
incide decisivamente en las oportunidades y la calidad de vida de los
individuos, las familias y las colectividades. El efecto de la educación en la
mejora de los niveles de ingreso, la salud de las personas, los cambios en la
estructura de la familia (en relación con la fecundidad y la participación en
la actividad económica de sus miembros, entre otros), la promoción de valores
democráticos, la convivencia civilizada y la actividad autónoma y responsable
de las personas ha sido ampliamente demostrado.
Una
investigación de McMahon, W. (2000) -basada en datos de los 22 países
integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -,
demostró que la escolaridad facilita el matrimonio con cónyuges con mayores
niveles de escolaridad (lo cual también tiene impactos favorables en la salud)
y contribuye a adoptar estilos de vida más sanos.
De acuerdo
con McMahon, en los países menos desarrollados se generan en primer lugar los
efectos de la escolaridad en el mejoramiento de la salud, en la reducción de la
mortalidad infantil y en el incremento de la esperanza de vida.
"Existen
varios estudios que muestran como la educación tiene un efecto muy positivo en
todas las prácticas que tienen que ver con la salud, el cuidado personal, el
consumo de tabaco y de alcohol y la actividad física. Esto en parte tiene que
ver con la información pero también con un mayor nivel de ingresos. Sin
embargo, en nuestro país todos los efectos sociales que tiene la educación no
se pueden separar de la situación de pobreza", sostiene Juan Llach,
director del Centro de Estudios de Gobierno, Empresa, Sociedad y Economía del
IAE, al afirmar que los contextos de marginalidad llevan a los jóvenes a tener
una tendencia mayor al delito, al embarazo adolescente y a una educación más
deficiente.
En el caso
de Celina Díaz Melo, el hecho de haber vivido durante su adolescencia en la
villa 21-24 de Barracas, no la sentenció a seguir los pasos de su madre que
sólo terminó la secundaria y trabaja de empleada doméstica o cuidando chicos.
Al contrario, terminó la secundaria en la Escuela del Buen Consejo de Barracas
y actualmente está por empezar su segundo año de Comunicación Social en la
Universidad del Salvador.
"El
saber te da el poder de decidir y fundamentar tus decisiones. Como soy la
primera que va a la universidad en mi casa tengo que hacer y descubrir todo
sola. Eso me ayudó mucho y los pequeños logros te dan ganas de seguir
creciendo. Viniendo de donde vengo nunca pensé que iba a poder estudiar en una
universidad privada, entonces eso me estimula a querer más", dice esta
joven de 19 años, que vive en Lomas de Zamora y viaja casi dos horas en
colectivo para poder llegar a la universidad.
Todavía
recuerda el día en el que su madre le dijo que como ella había estudiado la
primaria en Paraguay -de donde es oriunda- no la iba a poder ayudar con los
deberes porque los contenidos eran diferentes. "Así que te vas a tener que
arreglar sola, pero yo voy a estar acá acompañándote", le dijo sin saber
que eso iba a generar una independencia y una libertad en su hija que la harían
soñar con mayores desafíos.
Celina se
recibió con los mejores promedios en la secundaria y por eso accedió a una beca
de honor en la universidad. Como de chiquita siempre le gustaron el periodismo
y la investigación, no dudó en anotarse en Comunicación Social.
"El
primer cuatrimestre fue muy duro. Pasé de 37 compañeros a 137. Me sentía fuera
de mi lugar, como que no terminaba de encajar y algunos contenidos no los
entendía. Yo pensé que mis compañeros me iban a excluir y nada que ver, me
recontra incluyeron. Por suerte, con el tiempo, me pude adaptar", recuerda
Celina, que durante su primer año no recursó ninguna materia a fuerza de voluntad
y dedicación. Por las noches, en las cenas familiares, compartía las cosas
curiosas que había aprendido durante el día con sus padres y su hermana.
"Mirá todo lo que tengo en mi cabeza", le decía a su madre cada vez
que terminaba de estudiar para un parcial.
¿Cómo
impactó el estudio en su vida? "Una tiene otra seguridad para encarar el
mundo. Ya no tengo que bajar la cabeza como sí le pasa a mi mamá. Cuando voy a
hacer un trámite con ella como no entiende lo que le preguntan me pide que
llene los papeles por ella", cuenta Celina, que tiene un programa de radio
con amigos en una radio parroquial, le gusta escribir y aspira con llegar a ser
una gran periodista. A su vez, está orgullosa de que su hermana ya empiece a
soñar con la universidad en la que va a estudiar gracias a que ella le mostró
ese camino.
"Al
tener más conocimientos, uno tiene la posibilidad de elegir responsablemente,
asumiendo las consecuencias, porque uno las conoce. Al acceder a más educación
dejás de lado la resignación y aspirás a futuros más prometedores. Yo ya no me
conformo con lo mínimo. Quiero más", concluye Celina.
"A
pesar de todo, la Argentina tiene mucha movilidad social y a veces los
proyectos de vida de jóvenes de bajos ingresos y nivel educativo, son tan
ambiciosos que muchas veces se concretan. De hecho, el 80% de los padres de los
chicos que estudian en el Gran Buenos Aires no han ido a la universidad y
algunos incluso, ni siquiera a la secundaria. Esta amplitud que tiene la
Argentina es una ventaja, aunque la calidad deja mucho que desear y está
directamente relacionada con el nivel socioeconómico, cuando debería ser al
revés", sostiene Llach.
Siguiendo
con la investigación de McMahon, especialmente a partir del nivel secundario,
la educación contribuye a que los sujetos estén más atentos a (y comprendan
mejor) los asuntos que están siendo procesados en el sistema político, por lo
que la escolaridad influye positivamente en la participación en los procesos
respectivos.
Para Vanesa
Romero el haber podido tener una vida universitaria le abrió todas las puertas,
le dio más libertad, la hizo ser más tolerante y la llevó a interesarse por la
política. "No me preguntaba el porqué de las cosas, cuáles eran los
intereses detrás de lo que pasaba. Por eso, la primera vez que voté averigüé
todas las plataformas y las ideas de los candidatos", explica Vanesa, a la
vez que confiesa que algún día le gustaría incursionar en política asesorando a
algún funcionario en temas económicos. Oriunda del barrio Los Troncos del Talar
de Tigre, en donde todavía vive junto a su madre, decidió empezar a estudiar
Economía en la UBA porque quería entender por qué existía tanta pobreza en el
mundo y cómo funcionaba el capitalismo para poder mejorarlo.
"Conocer
te cambia la forma de pensar, te da una diversidad de opiniones sobre todos los
temas y te permite defenderte. La universidad me hizo darme cuenta que no me
las sabía todas. Fue un golpe de realismo importante porque entendí que tenía
muchas cosas por aprender y que no todo es como te lo muestran. Hoy me siento
más plantada y con ganas de seguir creciendo", dice Vanesa, de 21 años,
que se recibió de la Escuela de Educación Media N° 2 en Pacheco y recibió una
beca educativa de la Asociación Mujeres 2000 para poder seguir estudiando sin
tener que preocuparse por trabajar.
Su madre,
"Conce", es beneficiaria del programa de Microcréditos de Mujeres
2000. Empezó como vendedora ambulante de posters y productos de limpieza en el
barrio en bicicleta y, en 2006, gracias a los préstamos de esta entidad, tuvo
la posibilidad de abrir un almacén con verdulería en un local alquilado. Con la
ayuda de su padrastro en 2009 mudaron el local a su propia casa, que están en
este momento mejorando.
Su mamá no
terminó la primaria, pero lo hizo de grande y fue orgullosa a recibir su
diploma. Su hermana, de 24 años, no terminó el secundario y trabaja de empleada
doméstica. "Me cuesta que mi familia termine de entender cómo me modificó
el estudio. No es que yo soy superior a ellos sino que conozco otras cosas,
tengo más mundo. Ya hoy no compro todo lo que me dicen sino que lo puedo
investigar", dice Vanesa a la que le falta sólo un año y medio para
recibirse y que desde hace 3 meses está realizando una pasantía en el
Departamento de Administración de Deuda Pública de la Secretaría de Finanzas
del Ministerio de Economía.
Lo suyo es
pura entrega. Tiene 2 horas de viaje en todos los medios de transporte -
colectivo, tren y subte - y a partir de este año va a empezar a estudiar a la
noche para poder seguir trabajando. "En el futuro me gustaría entrar en
una consultora y hacer investigaciones económicas, financieras y sociales. Pero
lo más importante es poder juntar unos mangos para comprarle una casa a mi mamá
en la zona más linda del barrio", cuenta Vanesa, que rescata la fortaleza
de su madre al construir sola una casilla de madera en un terreno cedido por la
municipalidad, y su sacrificio para que ella pudiera apostar por un futuro
mejor. Al padecer esa realidad, Vanesa recuerda haberse hecho esta pregunta:
¿cuál es el camino para no terminar yo también en esta situación? El estudio,
se contestó.
"La
carrera fue una gran metodología sobre cómo hacer las cosas. Una línea de
razonamiento que incide hasta en tu vida amorosa o no comprar todo lo que te
venden los políticos. La educación es una herramienta de defensa en este mundo
cruel. Me hizo más estructurada en el pensamiento. Y esto lo aprovecho, por
ejemplo, para darle bastantes consejos a mi mamá en cuanto al almacén y sobre
cómo ordenar las cuentas. Le explico que tiene que saber el porcentaje de
ganancias o cuánto va a destinar a la mercadería", cuenta Vanesa, que
reconoce que antes de su incursión universitaria estaba como dormida y hoy se
despierta todos los días con una inquietud diferente. ¿Su próximo objetivo?
Hacer un máster en Economía y Políticas Públicas.
Tres
Isletas, una comunidad urbana de 25.000 habitantes, es la puerta de El
Impenetrable en el Chaco. Hasta la comunidad de Monte Quemado Chico o
"Quemadito" decidieron ir los integrantes de Educar 2050 para
trabajar en 29 escuelas en un radio de 40 kilómetros, influyendo en 5000
chicos.
Sobre la
base de su experiencia de interactuar con tantos alumnos, Manuel Alvarez
Trongé, director de la entidad, sostiene que "cuando hay mejor educación
hay más creatividad, incluso con pocos recursos. Además, los chicos se
convierten en educadores de sus padres. Por ejemplo, cuando pusimos la
biblioteca pidieron abrir la escuela los fines de semana y los chicos llevaron
a sus padres y abuelos a leer o a enseñarles ellos mismos".
A su vez,
destaca que se generan importantes cambios en la higiene de los chicos a partir
de su ingreso en la escuela. "Al principio los chicos llegan sucios, con
piojos, con problemas de desnutrición y de a poco empiezan a incorporar otros
hábitos y los padres otra responsabilidad. Con el tiempo llegan limpios, con
los dientes limpios y arreglados. La higiene tiene un impacto directo en la
salud y en una preocupación por lo que tienen que comer", agrega Alvarez
Trongé.
Para llegar
a la escuela, Luis Aguirre tenía que caminar 2 kilómetros hasta que gracias a
una donación de bicicletas pudo hacer ese trayecto en menor tiempo. Fue a la
escuela Corazón de Jesús en el "Quemadito", en el Chaco, y hoy en día
está estudiando profesorado de nivel primario porque quiere ser maestro.
Sus padres
terminaron únicamente la primaria: él es albañil y ella ama de casa. Para poder
aspirar con otros horizontes, Luis se tuvo que ir a vivir a Tres Isletas para
poder seguir sus estudios secundarios, lejos de su familia y de todo lo que
conocía. "El estudio siempre le da capacidad a uno para seguir estudiando
y para pensar en lo que viene. También te ayuda a poder desarrollarte en la
vida cotidiana", cuenta este joven, al que le costó acostumbrarse a estar
en la ciudad. Durante la semana vivía en la residencia del colegio, la Escuela
Técnica N° 20, de Tres Isletas, y los fines de semana regresaba a su pueblo.
"A
todos nos cuesta acostumbrarnos, hallarnos, encontrar nuevos amigos,
desenvolverse en un nuevo ámbito, encontrarse con nuevos profesores. Uno viene
de una zona rural en la que hay pocas personas pero uno se va adaptando al
ámbito", expresa Luis, a la vez que señala que allí aprendió a manejar
distintas herramientas, máquinas, tornos y limadores lo que le hoy le permite
ayudar a su padre cuando lo necesita.
Hoy en día,
con 20 años, Luis está estudiando en un terciario de Tres Isletas para
recibirse de maestro, ya que su sueño es poder ejercer en la escuela de el
"Quemadito", para poder volver así a sus raíces, a estar con su gente
y para devolverle a su escuela todo lo que recibió. "Es una profesión que
te exige enfrentarte a enseñar a los niños pero también es una posibilidad de
un trabajo muy digno, y te permite una relación especial con las personas y las
comunidades. Además creo que el enseñar también es una oportunidad para seguir
aprendiendo", dice Luis, quien reconoce que el estudio le permite tener un
futuro mejor y salir del círculo de las adversidades en las que viven.
"Mi
aspiración es poder sacar adelante a mi familia y tratar de mejorar nuestra
situación de vida. Mi papá va rotando de campo en campo en función de donde
consiga trabajo, somos 8 hermanos y necesitamos de un ingreso fijo",
asegura Luis, que cursa a la noche y durante el día aprovecha para hacer los
trabajos prácticos.
Con respecto
a los mayores impactos que tuvo la educación en su persona, Luis destaca que
fue en la mente, el vocabulario, y en la manera de entender y comunicarse con
los demás. "Lo único que quiero es poder seguir aprendiendo y algún día
poder enseñar eso mismo a los demás. Ser grande en mi comunidad", concluye
Luis.
La Obra del
Padre Mario Pantaleo, ubicada en González Catán, tiene una larga trayectoria en
asistencia social pero también una amplia experiencia en el ámbito educativo.
Hoy en día, son 320 los alumnos que reciben educación formal desde jardín de
infantes hasta el nivel universitario. De hecho, el máximo indicador del éxito
de su formación es que el 40% de sus egresados siguen estudios universitarios.
Además de
una importante educación en valores, desde las instituciones se trabaja mucho
en los contenidos nutricionales, en la mediación y resolución de conflictos, y
en hábitos de buena convivencia y salud como como no tirar la basura, no fumar,
la importancia de la vacunación, el respeto por el otro y la aceptación de las
diferencias.
Matías
Riveros puede dar fe de cómo incorporó todos estos hábitos ya que hizo todo su
trayecto educativo en la Obra, desde los 3 años hasta que se recibió del
terciario de la Tecnicatura de Administración de Empresas. De hecho, asegura
que jamás fumó, que no toma alcohol y que nunca probó la marihuana.
"En mi
casa siempre hablábamos en la cena de lo que habíamos aprendido durante el día
en el colegio, de temas como tabaco, alcohol, basura o higiene. Lamentablemente
hay muchísimos chicos de mi edad que no fueron a la escuela no porque no
querían sino porque sus viejos no los mandaban", cuenta Matías, de 26
años, que actualmente trabaja en el sector administrativo del área educativa de
la Obra, y agradece profundamente a sus padres el haberlo impulsado a seguir
con sus estudios.
De hecho,
ningún miembro de su familia terminó siquiera la secundaria y él está a sólo 2
años de terminar el profesorado de Matemáticas. Quizás por eso, él haya sido el
que compró la primera computadora en su casa, el único que sabe inglés y el
referente a consultar ante cualquier trámite que haya que hacer.
"La
herramienta fundamental fue el haberme hecho persona, los valores y cómo
defenderme contra el afuera. Además, gracias al estudio hoy trabajo en una
oficina, sentado y con aire acondicionado", sostiene Matías, en
contraposición a las labores del resto de los miembros de su familia:
guardiacárcel, montaje de techos o ama de casa.
Mientras
tanto, Matías disfruta de enseñarle a su madre a chatear por la computadora, de
traducirles las páginas de Internet en inglés a sus hermanos o de ver que su
hermana de 35 años quiera aprender inglés. "Me encantaría llegar a ser
secretario de una escuela, en lo posible en la Obra. También tener mi familia,
mi casa", dice Matías.
Marcela
Romina Flores está convencida de que las herramientas para avanzar en el camino
educativo están al alcance de todos, y que está en uno el querer aprovecharlas.
Ella también hizo la primaria, la secundaria y la Tecnicatura en Administración
de Empresas en la Obra y ahora está cursando la licenciatura.
Tiene 31
años, trabaja en la Secretaría del Area Educativa, haciendo la administración
contable de todas las escuelas, y sus dos hijos también empezaron desde el
jardín en la Obra. "A mis papás les costó mucho que nosotras pudiéramos
estudiar. Mi papá es carnicero y sólo terminó la primaria y mi mamá la
secundaria. Por suerte nunca nos faltó el abrigo, la comida o los libros. Ellos
apostaron todo para que nosotras pudiéramos tener una vida mejor", dice
Marcela, una de 6 hermanas.
De sus
padres sostiene que aprendió muchísimo, en especial a valorar lo pequeño. Ahora
gracias al estudio, puede también disfrutar de tener más herramientas y un
trabajo fijo. "Cuando empecé a trabajar empecé a pagar las cuotas a mis
hermanas para que pudieran estudiar", cuenta Marcela, convencida de que
esa es la mejor apuesta para un futuro mejor.
REFLEXIONES
EN LA CUMBRE WISE 2011
"Las
intervenciones educativas tienen efectos psicológicos, sociales y
económicas", sostuvo John Vorhaus, director del Wider Benefits of Learning
Centre, Institute of Education, University on London, en la Cumbre WISE 2011
organizada durante noviembre pasado por la Qatar Foundation, cuyo tema central
fue "Cambiando Sociedades, Cambiando la Educación" y a la que
asistieron más de 1300 participantes.
En el panel
dedicado a "Los efectos sociales de la educación", Vorhaus explicó
las conclusiones a las que arribaron desde el centro interdisciplinario que
dirige, desde el cuál analizan la relación de la cantidad y calidad de la
educación, con los índices de criminalidad, conductas y la participación
ciudadana, entre otros.
"Las
mujeres con educación son más propensas a cuidar de su salud y los que más
estudian tienen una mayor expectativa de vida. A su vez, los chicos con menor
educación son los que reciben más condenas por hechos violentos y actos de
discriminación", sostuvo Vorhaus, mientras aseguraba que los padres más
educados tienen más herramientas para criar a sus hijos y generar espacios de
socialización.
En la misma
línea, Koji Miyamoto, analista del Centre for Educational Research and
Innovation de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OECD por sus siglas en inglés) que también integraba el panel, sostuvo que las
personas educadas viven más tiempo, especialmente en los países desarrollados.
Pero que además, tienen una propensión mayor a ayudar a extraños que necesitan
ayuda y a sentirse satisfechos con su vida. Lo mismo sucede en términos de su
participación ciudadana y la intención de voto.
"Es
fundamental promover la concientización sobre el impacto substancial de la
educación en los generadores de políticas públicas, además de expandir y apoyar
la investigación en este tema", concluyó Miyamoto.
LAS PERSONAS
CON MAYOR NIVEL EDUCATIVO TIENEN...
Una mayor
expectativa de vida
Una
tendencia positiva a adquirir hábitos de higiene y de llevar una vida sana
Más
herramientas para educar a sus hijos
Menos
probabilidad de caer en el delito y de realizar actos de discriminación
Una
tendencia a cuidar mejor de su salud
Una
propensión mayor a ayudar a extraños y a participar en la vida ciudadana
LUIS AGUIRRE
20 años
Tres
Isletas, Chaco
Estudiante
de Profesorado de Nivel Primario
"El
estudio te ayuda a poder desenvolverte en tu vida cotidiana y pensar en lo que
viene"
MARCELA
ROMINA FLORES
31 años
González
Catán
Estudiante
de Licenciatura en Administración de Empresas en la Obra del Padre Mario Pantaleo
"Mis
padres apostaron todo para que nosotras pudiéramos estudiar"
MATIAS
RIVEROS
26 años
gonzález
catán
Estudiante
de Profesorado de Matemáticas
"En
casa siempre hablábamos en la cena de lo que habíamos aprendido durante el día
en el colegio"
VANESA
ROMERO
21 años
El Talar
Tigre
Estudiante
de Economía en la UBA
"Conocer
te cambia la forma de pensar, te da una diversidad de opiniones sobre todos los
temas y te permite defenderte del mundo"
CELINA DIAZ
MELO
19 años
Lomas de
Zamora
Estudiante
de Comunicación Social en la Universidad Austral
"El
saber te da el poder de decidir y fundamentar tus decisiones"
COMO
COLABORAR
Educar 2050
www.educar2050.org.ar
Obra Padre
Mario Pantaleo
padremario.org
Mujeres 2000
www.mujeres2000.org.ar.
Fuente: Por Micaela Urdinez | LA NACION
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