Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.
Deliremos,
pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies:
En las
calles, los automóviles serán pisados por los perros.
El aire
estará limpio de los venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que
la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
La gente no
será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será
comprada por el super-mercado, ni será mirada por el televisor.
El televisor
dejará de ser
el miembro
más importante de la familia,
y será
tratado como la plancha o el lavarropas.
La gente
trabajará para vivir,
en lugar de
vivir para trabajar.
En ningún
país irán presos
los
muchachos que se nieguen
a hacer el
servicio militar,
sino los que
quieran hacerlo.
Los
economistas no llamarán
nivel de
vida al nivel de consumo,
ni llamarán
calidad de vida
a la
cantidad de cosas.
Los
cocineros no creerán
que a las
langostas les encanta
que las
hiervan vivas.
Los
historiadores no creerán
que a los
países les encanta
ser
invadidos.
Los
políticos no creerán que
a los pobres
les encanta
comer
promesas.
El mundo ya
no estará en
guerra
contra los pobres,
sino contra
la pobreza, y la
industria
militar no tendrá más
remedio que
declararse
en quiebra
por siempre jamás.
Nadie morirá
de hambre, porque nadie
morirá de
indigestión.
Los niños de
la calle no serán
tratados
como si fueran basura,
porque no
habrá niños de la calle.
Los niños
ricos no serán tratados
como si
fueran dinero,
porque no
habrá niños ricos.
La educación
no será el privilegio
de quienes
puedan pagarla.
La policía
no será la maldición
de quienes
no puedan comprarla.
La justicia
y la libertad, hermanas
siamesas
condenadas a vivir
separadas,
volverán a juntarse, bien
pegaditas,
espalda contra espalda.
Una mujer,
negra, será
presidente
de Brasil y otra mujer,
negra, será
presidente de los
Estados
Unidos de América.
Una mujer
india gobernará
Guatemala y
otra, Perú.
En
Argentina, las locas
de Plaza de
Mayo serán
un ejemplo
de salud mental,
porque ellas
se negaron a olvidar
en los
tiempos de la amnesia
obligatoria.
La Santa
Madre Iglesia corregirá
algunas
erratas de las piedras
de Moisés.
El sexto mandamiento
ordenará:
"Festejarás el cuerpo".
El noveno,
que desconfía
del deseo,
lo declarará sagrado.
La Iglesia
también dictará
un undécimo
mandamiento,
que se le
había olvidado al Señor:
"Amarás
a la naturaleza,
de la que
formas parte".
Todos los
penitentes serán
celebrantes,
y no habrá noche
que no sea
vivida como si fuera
la última,
ni día que no sea vivido
como si
fuera el primero.
Por Eduardo Galeano
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