La Escuela Taller Fátima tiene más de 19 años formando para el trabajo. Capacita a más de 200 personas por año con cursos de oficios gratuitos y con título oficial. La directora, Teresa Carrillo, reflexiona en esta nota sobre la cultura del trabajo, cuenta los inicios del proyecto y las aspiraciones futuras.
La historia
laboral de cualquier persona se inició con una primera experiencia. Quizá
colaborando con un negocio familiar, con alguna changa, en algún comercio o
empresa. Tal vez con un oficio o con un emprendimiento. Cualquiera sea el caso,
el primer empleo marca el momento de ingreso al mundo del trabajo y el comienzo
de una nueva etapa en la vida. ¿Qué importancia tiene la primera experiencia
laboral?, ¿qué ha cambiado hoy en la cultura del trabajo?. Los que ya tiene más
años pueden dar cuenta que el sentido del trabajo se ha resignificado con el
transcurso de las épocas y los cambios que se han suscitado en las sociedades.
¿Cuáles son los desafíos que enfrentan los jóvenes en el mundo laboral?.
"Los
desafios los tenemos que actualizar permanentemente",dijo Teresa Carrillo,
directora de la Escuela Taller Fátima, quién trabaja en la formación de jóvenes
a través de oficios en esta institución que comenzó a funcionar en 1993 en el
barrio Troncos del Talar, de la ciudad de General Pacheco. Esta es una
propuesta alternativa para el ingreso al mundo del trabajo fundamentada en la
formación técnica, la cual comenzó a perderse en la Argentina en los años en
que se privilegió la importación de manufactura por sobre la producción
nacional y los oficios de carpinteros, torneros, mecánicos se hicieron muy
dificiles de conseguir. "Hoy buscar un tornero es pensar en una persona
mayor de 60 años, formada en la Argentina", cuenta Teresa.
Así,
comenzaron a pensar la posibilidad de revitalizar los oficios esperando que la
industria se reactive en el país y poder brindarle a los jóvenes la posibilidad
de insertarse en el mercado laboral con una formación. Actualmente, la Escuela
cuenta con 260 chicos estudiando, la mayoría en un rango etario entre los 16 y
los 22 años. Carrillo explicó que son jóvenes que, quizá, en sus casas no han
tenido experiencias de trabajo, sus padres no tuvieron un empleo fijo o
calificado. "La cultura del trabajo hoy es diferente a la que pensabamos
hace unos años", dijo y al respecto planteó que es importante tener la
cabeza abierta. Señaló que esta cultura está marcada por las experiencias
laborales y muchas veces no tiene que ver con su formación, sino con las
posibilidades que el mercado les va ofreciendo.
La formación
educativa previa es una de las claves en la formación para el trabajo.
"Los chicos vienen de trayectorias educativas muy precarias, con una
escolaridad básica, a veces, sin terminar", contó la Directora. Esto
-agregó- representa un desafío para poder enseñar un oficio e implica una tarea
de recomposición de las competencias básicas, como el pensamiento matemático,
maneras de expresarse. El proyecto ofrece un apoyo a adolescentes donde el
oficio se acompaña de un apoyo escolar y talleres sociales donde se abordan
problemáticas própias de la adolescencia y su cultura. Allí se vinculan temas
del mundo del trabajo al mundo de la salud, el arte, la no violencia. "Se
empieza a ver que los chicos visualizan un proyecto de vida diferente, porque
comienzan a trabajar su identidad, su autoestima".
En el caso
de los adolescentes se trabaja con la reinserción escolar y con los jóvenes más
grandes se trabaja con la inserción laboral. El proyecto incluye un módulo
focalizado en el trabajo donde se desarrollan las competencias que tienen que
ver con las actitudes en laborales y de herramientas sobre: cómo armar un
curriculum, cómo desempeñarse en una entrevista, cómo buscar empleo, cómo
presentarse frente al empleo, cómo redescubrir las trayectorias laborales que
tienen, las cuales a veces no están valorizadas.
La
trayectoria de la Escuela Taller hace que los chicos del barrio se acerquen
espontáneamente a esta propuesta. "Hay un interés primario de los jóvenes
por pertenecer al espacio", reconoció Teresa y explicó que ahí van tomando
las herramientas que el espacio les brinda y se van apropiando como un lugar de
crecimiento, de participación. "Los jóvenes participan mucho de lo que es
la construcción del proyecto. Esto hace que tengan un sentido de pertenencia y
generen un compromiso muy fuerte".
Este rol
activo revela una lógica institucional de respeto que se complementa con el
desarrollo de proyectos solidarios, donde quienes adquirieron el oficio se
comprometen a desarrollar una iniciativa que devuelva a la comunidad lo que
aprendieron. Así, se identifica una necesidad y se ofrecen soluciones. Por
ejemplo, los carpinteros reparan sillas en un jardín de infantes, o las
costureras hacen sábanas para el centro de salud. En una conversación muy
interesante Teresa Carrillo compartió su deseo de que se pueda replicar en
otros barrios: "El impacto de este tipo de proyectos es importante en la
vida de los jóvenes".
ESCUELA
TALLER FÁTIMA.
Calle
Motzart 550, entre Triunvirato y Da Vinci.
Barrio Los Troncos
del Talar. Teléfono: 4512-9449
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